REVENTADOR, Ecuador.- La represa se ubica bajo un volcán activo, que arroja columnas de cenizas al cielo.
Durante décadas, las autoridades advirtieron contra la represa. Los geólogos dijeron que un sismo podrÃa acabar con ella.
Ahora, apenas dos años después de su iÂnauguración, miles de grietas afectan la maquinaria de la represa. Su embalse está atascado con barro, arena y árboles. Y la única vez que los ingenieros intentaron hacer funcionar la instalación a toda su capacidad, se sacudió violentamente y provocó un corto en la red nacional de electricidad.
Se suponÃa que esta gigantesca represa en la selva, financiada y construida por China, servirÃa como bautismo a las enormes ambiciones de Ecuador, resolverÃa sus necesidades de energÃa y ayudarÃa a sacar de la pobreza al paÃs sudamericano.
En lugar de ello, se ha convertido en parte de un escándalo nacional que hunde al paÃs en la corrupción, cantidades peligrosas de deuda -y un futuro atado a China.
Está el costo: alrededor de 19 mil millones de dólares en préstamos chinos, no sólo para esta represa, conocida como Coca Codo Sinclair, sino también para puentes, rutas, sistemas de riego, escuelas, clÃnicas y varias represas más que el gobierno busca desesperadamente la forma de pagar.
No importa si Ecuador puede solventarlo. A China se le paga de cualquier forma.
Para saldar la cuenta, China se queda con el 80 por ciento de la exportación más valiosa de Ecuador -el petróleo- porque muchos de los contratos son pagados con petróleo, no con dólares. De hecho, China recibe el crudo a un precio de descuento, para luego venderlo obteniendo una ganancia.
Extraer suficiente petróleo para pagarle a China se ha vuelto un imperativo tan grande para Ecuador que está perforando más profundo en la Amazonia, lo que amenaza con más deforestación.
Abrumado por las deudas, el presidente LenÃn Moreno recortó el gasto social, los subsidios al combustible, varias dependencias gubernamentales y más de mil empleos del sector público. La mayorÃa de los economistas espera que el paÃs caiga en recesión, provocando indignación.